Charo Martínez Cerón. Fisioterapeuta especialista en Terapia Manual Osteopática (N. col. 5407)
Marta Díaz Garduño. Fisioterapeuta especializada en Fisioterapia Neurológica. (N. col 7844)
Introducción
Esta guía práctica va dirigida principalmente a familiares y cuidadores.
Desgraciadamente, las ayudas que se requieren para el cuidado de pacientes con enfermedades priónicas, son muchas y no siempre llegan cuando las necesitamos. Por ello, hemos creado una guía básica aplicable a aquéllos que comienzan la fase de encamamiento, con el objetivo de prevenir complicaciones propias de esta etapa.
Si bien sabemos que las enfermedades priónicas abarcan una sintomatología muy amplia y que lo ideal es que cada persona sea tratada de manera individual y específica por profesionales sanitarios, esta información puede ayudarnos a entender mejor qué ocurre durante esta fase y cómo podemos colaborar en el cuidado de nuestro paciente/familiar.
Podéis consultar el manual completo descargando el documento en formato PDF que veréis al inicio de esta introducción, pero aún así, hemos querido recalcar los aspectos más relevantes e imprescindibles y acompañarlos de imágenes y vídeos para facilitar la comprensión.
En primer lugar, hablaremos de las técnicas de movilización pasiva global que se realizan para mantener los rangos de movilidad de las distintas articulaciones, impidiendo así la aparición de rigidez, contracturas y acortamientos.
Dentro del bloque de la fisioterapia respiratoria, veremos las diferentes posturas en las que podemos colocar al paciente. El objetivo es disminuir la acumulación de secreciones, ya que favorecen la limpieza de las vías aéreas y previenen la posibilidad de sufrir enfermedades asociadas.
Destacamos además, la importancia de realizar cambios posturales para liberar las zonas que reciben mayor presión, evitando complicaciones como úlceras y escaras. Al cambiar de posición, promovemos en estas regiones la activación de la circulación y reducimos la aparición de dolor en las partes más susceptibles.
Finalmente, veremos cómo pasar de una posición a otra a nuestro paciente o familiar de la forma más sencilla (transferencias).
Movilizaciones pasivas
Son ejercicios que realizará el cuidador ya que el paciente no tiene capacidad para moverse de forma autónoma.
Objetivo: mantener la movilidad articular para evitar la aparición de rigidez y la formación de contracturas.
Número de repeticiones: realizaremos 10 de cada movimiento. Dedicaremos 20 segundos a las posiciones de estiramiento.
Recomendaciones: si el paciente no tolera alguno de los movimientos por dolor, se aconseja detener la ejecución de dicho movimiento.
Movilización pasiva de miembros inferiores
Movilización pasiva de miembros superiores
Fisioterapia respiratoria – Posicionamiento para una mejor ventilación pulmonar
En este apartado vamos a describir diferentes formas en las que podemos posicionar a nuestro familiar o paciente y que favorecen la ventilación pulmonar.
Objetivo: disminuir la posibilidad de padecer neumonías y atelectasias.
Número de repeticiones: repetiremos tres veces al día y mantendremos cada postura entre 10 y 15 minutos.
Recomendaciones: Aconsejamos ver los vídeos que incluimos en el apartado de transferencias para aprender a movilizar al paciente ante el cambio de posición. Necesitaremos 2 almohadas.
Postura 1 – Postura en A
Favorece la ventilación de la parte superior de los pulmones. La punta de la A que forman las almohadas, queda entre los omóplatos del paciente.
Postura 2 – postura en V
Favorece la expansión de las zonas inferiores pulmonares. La punta de la V queda bajo la pelvis del paciente. En caso de no tolerar esta postura, optaremos por postura en I.
Postura 3 – postura en I
El paciente queda tumbado en supino a lo largo de la almohada.
Postura 4 – postura en T
Puede sustituir a la postura en A y en V. Una de las almohadas se coloca vertical y la otra perpendicular a la altura de la región pulmonar que queramos expandir.
Postura 5 – postura de media luna
Con una mano tras la nuca y la otra intentando encontrarse con la pierna del mismo lado, adoptando así una posición de paréntesis que favorece la expansión lateral del pulmón.
Cambios posturales
Medida de prevención importantísima e insustituible. Debemos tener en cuenta que el colchón antiescaras no nos exime de su realización.
Objetivo: ayudará a prevenir la aparición de úlceras por presión. Mejora la circulación. Evita dolores por posiciones mantenidas.
Número de repeticiones: se harán cada 2 o 3 horas. El paciente debe pasar por las 4 propuestas siempre que sea posible: supino (bocarriba), decúbito lateral derecho, prono (bocabajo) y decúbito lateral izquierdo.
Recomendaciones: para pasar de una posición a otra, pediremos al paciente que colabore activamente si es posible. Necesitaremos almohadas y cojines. Si el paciente tolera la posición sentada y de pie la incluiremos entre el resto de posturas. Es recomendable llevar un registro de las horas a las que se hacen los cambios posturales y la posición en la que se encontraba el paciente, para no repetir ninguna postura ni pasar más de 2/3 horas en la misma posición.
Posición 1 – Paciente en decúbito supino.
Para suprimir el apoyo de los talones en la cama, se colocará una almohada bajo las pantorrillas elevando los pies por encima del plano. Podremos usar taloneras para proteger de igual forma el apoyo del talón sobre el colchón. Evitaremos la elevación mantenida del cabecero ya que aumenta la presión en los isquiones. Podemos añadir una almohada debajo de cada miembro superior posicionando las manos sobre la barriga del paciente. De esta forma el paciente se sentirá más acolchado y los miembros superiores no quedarán pisados por el propio tronco, o demasiado separados del mismo.
Posición 2 – Paciente en decúbito lateral
El miembro inferior que queda en contacto con la cama se mantendrá en extensión mientras que el otro se colocará en flexión de cadera y rodilla sobre una almohada estable que se colocará paralela a la pierna de apoyo. Otra almohada se colocará a lo largo de su espalda, pegada a ella, para dar un soporte al tronco. Para los brazos, liberaremos con suavidad el hombro que queda en contacto con la camilla con una toma segura por detrás de la escápula y el otro brazo quedará apoyado por delante del paciente en una posición cómoda en una almohada plegada. De igual manera se pueden utilizar taloneras para prevenir la presión en el talón.
Posición 3 – Paciente en decúbito prono
Utilizaremos 3 almohadas perpendiculares al paciente. Una quedará bajo las pantorrillas, liberando los pies del contacto con la cama. Las otras dos se pondrán bajo el tronco de forma que la cabeza se gire y se apoye sobre el dorso de sus manos.
Posición 4 – Paciente en sedestación.
Si el paciente tolera la sedestación, intentaremos incluirla en el ciclo de cambios posturales, pero no se recomienda pasar más de dos horas seguidas en esta postura. Además, evitaremos la posición supina a continuación, ya que comparten los mismos puntos de apoyo. El tronco debe estar alineado y estable para evitar deslizamientos. Podemos colocar una mesa delante para que pueda apoyar los antebrazos y conseguir así una ligera inclinación anterior y mayor simetría. Evitaremos el uso de cojines tipo flotador ya que dificultan el riego sanguíneo.
Principales transferencias
Las transferencias están compuestas por una serie de movimientos globales, tanto del paciente como del cuidador, que nos ayudarán a cambiarlo de posición. Es fundamental hacerlo con una buena técnica para reducir las lesiones tanto en cuidadores como en pacientes debido al riesgo de caída del mismo.
Las transferencias más comunes son: desde posición tumbada a posición sentada, desde posición sentada a posición de pie y el cambio de una superficie de poyo a otra en posición sentada.
Objetivo: facilitar el manejo del paciente a la hora de un cambio de plano o superficie de apoyo.
Recomendaciones: siempre que sea posible, solicitaremos la participación activa del paciente. Necesitaremos una sábana que nos ayudará a acercar al paciente a nosotros facilitándonos la tarea.