Autor: Carlos Díaz

Las enfermedades priónicas o encefalopatías espongiformes transmisibles (EETs) están causadas por el malplegamiento de la proteína del prion en su isoforma (estructura) patógena. Estas no solo afectan a humanos, sino a otros muchos mamíferos. Sin embargo, no todas las especies son igual de susceptibles a estas enfermedades. Los cánidos, equinos y lepóridos (conejos y liebres) muestran una inusual resistencia a la infección por priones, dado que no se han reportado casos a pesar de haber estado expuestos al agente causante del mal de las vacas locas. El laboratorio de Joaquín Castilla en el CIC bioGUNE ha estudiado a los cánidos con el fin de entender la resistencia de esta especie a ser infectada por priones.

El estudio se llevó a cabo a través de una serie de experimentos in vitro, in silico e in vivo. Los primeros consistieron en tratar de forzar el malplegamiento de las proteínas del prion provenientes de cerebros de perros domésticos mediante una técnica conocida como PMCA (en español, Amplificación Cíclica de Proteínas Malplegadas). Los resultados mostraron una resistencia al malplegamiento fuera de lo común. Gracias a los experimentos in silico, es decir, mediante recursos informáticos, se detectaron dos mutaciones en la proteína del prion del perro. Estas mutaciones ocurren en la posición 163, donde los priones de otros mamíferos (susceptibles a enfermedades priónicas, comSuperficie PrP perro/ratóno el humano o la vaca) tienen una asparagina. En cánidos, por el contrario, encontramos ácido aspártico o glutámico en su lugar. Este cambio produce que la carga de la superficie proteica quede alterada, evitando probablemente la conversión a la isoforma patógena. Todas estas evidencias encontradas en el laboratorio se confirmaron in vivo (en modelos animales), mediante la generación de ratones transgénicos cuyas proteínas del prion habían sido modificadas para que se parecieran a las del perro. A estos animales se les inoculó priones infecciosos de ratón (capaces de causar la muerte en ratones normales). Ninguno de estos ratones transgénicos con proteínas similares a las caninas presentó ningún signo de enfermedad y, año y medio más tarde, cuando se estudió sus cerebros, estos permanecían sanos.

Por otro lado, en colaboración con el grupo de Rosa Bolea y Juan Badiola en Zaragoza, se generaron ratones transgénicos que producían un 50% la proteína priónica modificada previamente descrita, junto con un 50% de la proteína del ratón normal. Estos ratones sí desarrollaron una enfermedad priónica, si bien mostraron un considerable retraso en su progreso, llegando a aumentar al doble el tiempo de supervivencia.

Los resultados de estos estudios presentan un esperanzador avance hacia la comprensión de mecanismos que protegen de la infección priónica, abriendo la vía al desarrollo de terapias que pudieran replicar en seres humanos la resistencia canina a las encefalopatías espongiformes transmisibles.

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