Autor: Rafael de la Rosa
Un trabajo publicado por Orrú y colaboradores ha demostrado la presencia de priones infecciosos en la piel de pacientes con la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (CJD) (ver artículo original aquí).
Este hecho ha causado cierto revuelo en la comunidad científica, preocupada por las implicaciones en las personas que se relacionan con los pacientes. Algo parecido ocurrió cuando se demostró que los priones resistían los métodos de desinfección clásicos y que podían ser transmitidos mediante transfusiones sanguíneas o implantes que implicasen tejido nervioso (infección iatrogénica).
Sin embargo, los resultados expuestos sobre la presencia de priones en la piel quedan aún alejados de los casos de infección iatrógenica.
En el estudio, se utilizaba la piel de pacientes con CJD para inocular ratones intracerebralmente. Estos ratones desarrollaban CJD debido a la inoculación, lo que demuestra la presencia de priones en las muestras de piel. Además, otros métodos de detección in vitro han dado resultados positivos, aunque con niveles mucho más bajos que los esperables en muestras de cerebro.
Es decir, la piel tiene una dosis de priones infectivos mucho menor que la presente en otros tejidos que sí suponen un peligro para la salud (dura madre en trasplantes u homogeneizado de pituitaria como suplemento de hormona de crecimiento).
Hay que remarcar que los sistemas de detección utilizados en el estudio son sistemas altamente sensibles, optimizados por los investigadores para detectar hasta la más leve traza de priones infecciosos en las muestras. Es por esto que, de momento, su utilidad se limita a la detección no invasiva de enfermedades priónicas, sin necesidad de muestras de líquido cefalorraquídeo que requieren extraerse mediante una punción lumbar.
Por todo esto, si bien la demostración de que algunos trasplantes y transfusiones podrían ser un riesgo para la salud (y hoy en día están controlados para evitar cualquier tipo de contagio por estas vías); no hay pruebas que demuestren que el contacto con la piel de personas con CJD sea una fuente de transmisión.
Hasta ahora no se ha reportado ningún caso de contagio por contacto con la piel de un enfermo. Los datos y resultados obtenidos solo demuestran que los priones presentes en la piel pueden ser usados para diagnóstico, pero no que supongan una amenaza.
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