Autor: Jorge Moreno

Las encefalopatías espongiformes transmisibles son un grupo de enfermedades neurodegenerativas infecciosas que se relacionan con la muerte neuronal y el declive del sistema nervioso central de paciente. Esta neurodegeneración está provocada por el prion, una proteína aberrante que se aloja en el sistema nervioso del paciente y que, además de tener este efecto neurotóxico, es altamente infecciosa. Sin embargo, a pesar de que las encefalopatías espongiformes transmisibles posean el calificativo de infecciosas, su infectividad práctica es muy baja, puesto que la inmensa mayoría del material infeccioso se encuentra confinado en el cerebro, médula espinal y, en menor medida, la retina.

Existen diferentes estudios enfocados en determinar la presencia de priones en diversos fluidos corporales como la orina, saliva o sangre con dos objetivos: el diagnóstico de estos pacientes y evaluar el riesgo de infección. Algunos de estos estudios han demostrado que la sangre de pacientes afectados con la variante de enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (ECJv), aquella que se relaciona con el consumo de carne de vaca infectada con el prion responsable de la encefalopatía espongiforme bovina, presenta suficientes priones como para que el receptor de esta sangre pudiera desarrollar la enfermedad. Cuatro personas que recibieron sangre de pacientes que posteriormente fueron diagnosticados de ECJv, desarrollaron la enfermedad. Por esta razón, no se recomienda que las personas que hayan vivido en Reino Unido durante al menos un año entre 1980 y 1996 donen sangre. Sin embargo, el riesgo de contraer otro tipo de enfermedad priónica como la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob esporádica después recibir sangre u otros derivados sanguíneos de personas que años más tarde desarrollaron esta enfermedad, aún no había sido evaluado a través de un estudio epidemiológico ad hoc.

Con este objetivo, un grupo internacional de investigadores del Instituto Karolinska (Suecia) y del Instituto Statens Serum (Dinamarca) han realizado un estudio en el que se analizan los datos de los más de dos millones de donaciones y recepciones de sangre registradas en estos países entre 1968 y 2017, determinando cuántos de los donantes registrados desarrollaron ECJ esporádica y cuántos de los receptores de esta sangre enfermaron a posteriori. Gracias a este estudio, se determinó que 39 donantes desarrollaron ECJ esporádica después de haber donado sangre pero ninguno de los 883 receptores de esa sangre sufrieron la enfermedad a lo largo de su vida. Además, también observaron que 89 personas no donantes que recibieron sangre desarrollaron la enfermedad, pero en ningún caso se pudo determinar que esta sangre o sus derivados procedieran de un grupo de pacientes que pudieran tener la enfermedad y no fuera diagnosticada. Por tanto, a raíz de los datos descritos en este estudio realizado a lo largo de casi 50 años y empleando datos de millones de donantes, se puede determinar que en ningún caso se puede desarrollar ECJ a partir de una donación de sangre u otros derivados, siempre que estos procedan de una persona asintomática que más tarde desarrolle una ECJ esporádica.