Autor: Rafa de la Rosa

La búsqueda de una terapia contra las enfermedades priónicas, al igual que ocurre con cualquier otra enfermedad, se facilitaría mucho si se tuviese una comprensión completa del funcionamiento de la misma a nivel molecular. La complejidad que entrañan los priones hace de los mecanismos que rigen su multiplicación y su capacidad de causar neurodegeneración un gran campo por explorar. Si bien los investigadores que trabajan hoy en día en este campo arrojan cada vez más luz sobre el asunto, aún nos queda por desvelar uno de los puntos clave de las enfermedades priónicas para poder entender cómo funcionan: la estructura tridimensional del prion, es decir, cuál es su forma exacta.

Pese a que hace años que se conoce la estructura de la proteína sana (PrP celular, PrPC), la estructura de la forma patogénica causante de las diferentes enfermedades priónicas (PrP scrapie, PrPSc) es aún desconocida. Si bien diversos investigadores han presentado modelos plausibles de su estructura, ninguno de ellos se ha podido confirmar todavía debido a la complejidad de su estudio.

Conocer la estructura del prion infeccioso favorecería la comprensión de la enfermedad y por lo tanto la búsqueda de posibles terapias. Por ejemplo, terapias basadas en el desarrollo de moléculas que bloqueen esta forma patogénica, impidiendo el avance de la enfermedad que serían mucho más fáciles de desarrollar si se conociera el detalle de su estructura.

Parte del problema a la hora de conseguir una estructura bien definida se debe a la dificultad para conseguir grandes cantidades de priones infecciosos de forma homogénea. Para que estos priones infecciosos puedan servir de modelo, deben encontrarse libres de otras proteínas que puedan imposibilitar la realización de los complejos experimentos necesarios para conocer su estructura.

En este contexto, el grupo de investigación liderado por el doctor Joaquín Castilla ha puesto a punto una nueva técnica de propagación de priones en el laboratorio. Esta nueva técnica, conocida con el nombre de PMSA (Protein Misfolding Shaking Amplification, en inglés) sortea estos dos problemas pudiéndose obtener grandes cantidades de priones infecciosos en ambientes libres de otras proteínas.

Para ello han partido de distintos tipos de priones previamente conocidos y los han utilizado como precursores para conseguir priones infecciosos en un tubo de ensayo mediante una serie de incubaciones y agitaciones (de ahí el nombre de la técnica). Los priones obtenidos mantienen las características de los priones originales que pueden encontrarse en los cerebros de los afectados por lo que son el material perfecto para realizar estudios estructurales y conseguir, al fin, un modelo tridimensional del prion sobre el que trabajar para el diseño de nuevas terapias.

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